Nuestra Constitución ha demostrado, en general, su validez habiendo sufrido sólo pequeños retoques conforme a sus propios preceptos establecidos para ello.
Respecto al debate entre Monarquía y República, aireado recurrentemente por algunas fuerzas políticas, CCD está a favor de un debate sereno y profundo, mediante el diálogo y el entendimiento en un momento adecuado alejado de situaciones coyunturales que puedan desviar la verdadera esencia del debate.
Tras las informaciones aparecidas sobre Juan Carlos I, tanto antes como después de su abdicación, no es el momento de una consulta en caliente pero sí parece oportuno tomar una posición respecto al Rey Emérito en lo que pueda afectar al actual Rey Felipe VI.
Esta posición no significa en ningún caso un juicio ya que nuestra Constitución establece la inviolabilidad del Jefe del Estado y CCD es un partido de centro, progresista y reformista de talante dialogante que prioriza el cumplimiento de la ley. En el mismo sentido somos partidarios de la presunción de inocencia salvo que se demuestre lo contrario.
Pero es la inviolabilidad la que plantea la primera contradicción: al no poder haber juicio no puede haber condena pero tampoco se puede declarar expresamente la inocencia.
Si en el Imperio Romano ya se decía que la mujer del César no sólo debía ser honrada sino que, además, tenía que parecerlo ¡qué no tendrá que decirse del propio Rey!
Respecto a la apariencia, con la complicidad de muchos medios de comunicación que lo han considerado un tema tabú, se vendió a los ciudadanos (el pueblo soberano) una imagen alterada:
– De monarca “campechano” volcado en defender y apoyar los intereses nacionales con sus conocimientos y contactos con otros Jefes de Estado y Monarcas.
– De padre de familia ejemplar con posados en Navidad o en sus vacaciones, marineras en verano o de esquí en invierno, “como cualquier español más”.
– De timonel, primero, y salvador, tras el 23F, de la democracia española.
La imagen se rompe por un accidente y su perdón se produce ante la imposibilidad de su ocultación pero después se han producido nuevas evidencias de corrupción financiera que han llegado a afectar a su propio hijo y actual Jefe de Estado.
En este sentido, la renuncia hereditaria de Felipe VI no parece suficiente y creemos que tendría que tener un papel más proactivo, tanto en la aclaración de hechos cuanto en la recuperación para el patrimonio público de los bienes obtenidos irregularmente por su progenitor. También debería intervenir, como Rey y como hijo, en la futura ubicación de la residencia de su padre ante los rumores que sugieren una lujosa residencia en un país extranjero.
Y el debate entre monarquía y república ya llegará cuando las aguas se calmen.
Hasta entonces CCD seguirá apoyando a nuestro Jefe de Estado Felipe VI.
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