Política Internacional. Coalición de Centro Democrático

El Sahara Occidental abarca el territorio en el que se asienta el pueblo saharaui, que en la actualidad continúa pendiente de descolonización, cuya organización política queda comprendida en el complejo que Naciones Unidas denomina como territorios no autónomos.

Su historia desde 1975 está marcada por la reivindicación de la independencia, proclamándose en su día como el Estado Saharaui con la creación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en 1976, y el conflicto bélico con Marruecos. Desde la firma del alto al fuego con Marruecos en 1991 bajo los auspicios de las Naciones Unidas, se está en la espera de la celebración del Referéndum de Autodeterminación que proclame su liberación.

Una lucha diplomática en la que el permanente veto de Francia en el Consejo de Seguridad en defensa de sus intereses no ha dado soluciones. El proceso de autodeterminación sigue bloqueado con el Estado marroquí y su incondicional aliado francés, afirmando que la única salida al conflicto es aceptar su propuesta de autonomía al pueblo saharaui, oponiéndose a la pretensión del Frente Polisario que reclama una verdadera consulta que conlleve a su independencia.

La CIJ, a petición del propio reino alauita, el 16 de octubre de 1975 resolvió el contencioso entre el Sahara y Marruecos dictaminando que no había ningún lazo de soberanía territorial entre el territorio del Sahara occidental y el reino de Marruecos, por lo que debía aplicarse la resolución 15141 para la descolonización del Sahara Occidental mediante la expresión libre de la voluntad de los habitantes del territorio.

Nuevamente la resolución 43/332 reafirmaba el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y a la independencia. Los títulos que legitiman las aspiraciones del pueblo saharaui son inatacables.

Frente a ello, la realidad de un sistema internacional estatocéntrico movido por el interés nacional y la ley de la fuerza, altera la ecuación del desarrollo de los pueblos y su derecho de libre autodeterminación con el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.

Ahora un nuevo factor de desarticulación del equilibrio aparece en la figura del futuro expresidente de los EE.UU. Trump, que fiel a su conducta de alterar la armonía internacional y de desobediencia al Derecho Internacional, atiza otra llama en búsqueda de un nuevo conflicto que le proyecte como el sheriff del planeta.

Si se sale con la suya, Canarias, Ceuta y Melilla van detrás, si no está ya en la despensa el acuerdo.