Opinión. David García Pérez, Presidente Nacional de CCD
El pasado domingo 14 de febrero tuvieron lugar las elecciones autonómicas catalanas. Unos comicios provocados por la inhabilitación de Quim Torra y, especialmente, por la incapacidad de buscar un candidato alternativo por parte de las fuerzas políticas que sostenían al Govern de la Generalitat.
En Cataluña ya hace años que, mayoritariamente, el eje izquierda-derecha ha pasado a un segundo plano, siendo absolutamente protagonista el eje independentistas-unionistas.
La política se ha polarizado y extremado demasiado esta última década, llegando a convocarse un referéndum independentista que fue manifiestamente ilegal y por ello hay políticos presos por delitos graves (que no es lo mismo que presos políticos).
Mi respeto absoluto a las ideas de cualquier persona o partido, por muy contrarias u opuestas que sean a las mías, pero un principio básico de un estado democrático es el principio de legalidad, y no se pueden vulnerar las reglas de juego para imponer una opción política.
Muchos catalanes decidieron no acudir a votar, muy posiblemente por la situación de pandemia en la que nos encontramos inmersos. Pero Cataluña votó, y los resultados son evidentes. De los mismos se puede extraer análisis interesantes, incluso en clave nacional.
El resultado electoral evidencia el triunfo de los partidos independentistas, aumentando aún más la mayoría de diputados respecto a la anterior legislatura.
Respecto a los partidos unionistas, pese a la victoria en votos del PSC, por encima de todo ha triunfado el radicalismo y perdido la moderación, en ambos bloques.
En el bloque unionista el gran triunfador es VOX, que presenta los posicionamientos de mayor enfrentamiento, en detrimento de C´s y PP, donde sobre todo el candidato de los populares había defendido durante la campaña posiciones especialmente moderadas.
En el bloque independentista también se ha impuesto la tesis más radical, con la subida de la CUP y el triunfo de Puigdemont por la herencia del espacio postconvergente, pues el PDeCAT y otros han quedado como partidos extraparlamentarios.
Ahora es el momento de la política y de tratar de conformar un gobierno estable para hacer frente a los muchos problemas de la comunidad autónoma de Cataluña.
El 14 F ha perdido la moderación, el diálogo y la concordia. Y sin estos ingredientes perdemos Cataluña y España.
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